Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

21 de marzo de 2017

Intercesores (...70, 71, 72, 73, 74...) y Borrados (9, 10 y 11)

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Cortázar tendió numerosos puentes entre la cara visible de Rayuela (es decir, la novela) y su cara oculta (el Disculibro), y les dio el nombre de «intercesores». Siempre metafóricos, siempre distintos, siempre ambiguos, los intercesores repiten una y otra vez la misma idea: un contenido secreto, más profundo, más auténtico, se esconde tras la fachada de lo literal. ¿Cuántas veces lo dijo el autor? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?
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Los intercesores 71, 72 y 74 constituyen igualmente los borrados 9, 10 y 11, respectivamente.
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(70)
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Rayuela, capítulo 28
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Y vos, Horacio, ahora que me acuerdo, eso que dijiste hoy del cuadro de Rembrandt estaba bastante bien. Hay una metapintura como hay una metamúsica, y el viejo metía los brazos hasta el codo en lo que hacía. Sólo los ciegos de lógica y de buenas costumbres pueden pararse delante de un Rembrandt y no sentir que ahí hay una ventana a otra cosa, un signo. Muy peligroso para la pintura, pero en cambio...
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(71)
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Rayuela (y Manuscrito),
capítulo 46: «El misterio que tiene que suceder»
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El viejo Trouille, qué personaje para Céline. Algún día te tengo que contar, si es que vale la pena, y no la vale.
–Me gustaría –dijo Traveler.
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[Manuscrito: Sabés, parecería que no se puede hablar todavía, hasta que ocurra alguna cosa que sea como un punto final, y entonces hasta lo podés editar en papel jabón y venderlo en el Ateneo. [Pero] Esa cosa tiene que suceder, ecco el misterio. Ni siquiera se sabe si tiene que suceder, o a lo mejor ya sucedió y yo me quedé atrás, como los viejitos [os] que oyen hablar de cibernética y mueven despacito la cabeza pensando en que ya va a ser la hora de la sopa de fideos]
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–Sabés, todo está tan en el aire. Cualquier cosa que dijera sería como un pedazo del dibujo del dibujo de la alfombra. Falta el coagulante, por llamarlo de alguna manera: zás, todo se ordena en su justo sitio y te nace un precioso cristal con todas sus facetas (...)
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–Ustedes, che, a lo mejor son ese coagulante de que hablábamos hace un rato. Me da por pensar que nuestra relación es casi química, un hecho fuera de nosotros mismos. Una especie de dibujo que se va haciendo
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Manuscrito,cap. 49:
«la grieta por donde mirar»
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Empiezo a explicarme el prestigio especial de esas noches únicas en que el león mata al domador. No es sólo el horror, sino que se presiente lo que llamas apertura, la grieta por donde alguna mirada podría /quizá/ filtrar, entender...
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(73)
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Rayuela, capítulo 124
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Parecía proponer –aunque no llegaba a formularlo nunca– un camino que empezara a partir de esa liquidación externa y interna. Pero había quedado casi sin palabras, sin gente, sin cosas, y potencialmente, claro, sin lectores. El Club suspiraba, entre deprimido y exasperado, y era siempre la misma cosa o casi
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(74)
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Manuscrito, cap. 141:
«La última caja»
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con Morelli cabía siempre sospechar una caja más pequeña dentro de la supuestamente última
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11 de marzo de 2017

Intercesores (...65, 66, 67, 68, 69...)

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Cortázar tendió numerosos puentes entre la cara visible de Rayuela (es decir, la novela) y su cara oculta (el Disculibro), y les dio el nombre de «intercesores». Siempre metafóricos, siempre distintos, siempre ambiguos, los intercesores repiten una y otra vez la misma idea: un contenido secreto, más profundo, más auténtico, se esconde tras la fachada de lo literal. ¿Cuántas veces lo dijo el autor? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?
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(65)
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Rayuela, capítulo 71
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Puede ser que haya otro mundo dentro de éste, pero no lo encontraremos recortando su silueta en el tumulto fabuloso de los días y las vidas, no lo encontraremos en la atrofia ni en la hipertrofia. Ese mundo no existe, hay que crearlo como el fénix. Ese mundo existe en éste, pero como el agua existe en el oxígeno y el hidrógeno, o como en las páginas 78, 457, 3, 271, 688, 75 y 456 del diccionario de la Academia Española está lo necesario para escribir un cierto endecasílabo de Garcilaso. Digamos que el mundo es una figura, hay que leerla. Por leerla entendemos generarla
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Rayuela, capítulo 74
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otra libertad más secreta y evasiva lo trabaja, pero solamente él (y eso apenas) podría dar cuenta de sus juegos
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(67)
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Rayuela, capítulo 95
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Sin contar que cuanto más violenta fuera la contradicción interna, más eficacia podría dar a una, digamos, técnica al modo Zen. A cambio del bastonazo en la cabeza, una novela absolutamente antinovelesca, con el escándalo y el choque consiguiente, y quizá con una apertura para los más avisados
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(68)
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Rayuela, capítulo 141
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Un mundo suntuosamente orquestado se resolvía, para los olfatos finos, en la nada; pero el misterio empezaba allí porque al mismo tiempo que se presentía el nihilismo total de la obra, una intuición más demorada podía sospechar que no era ésa la intención de Morelli, que la autodestrucción virtual en cada fragmento del libro era como la búsqueda del metal noble en plena ganga
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(69)
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Rayuela, capítulo 9
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–Explicar, explicar –gruñía Etienne–. Ustedes si no nombran las cosas ni siquiera las ven. Y esto se llama perro y esto se llama casa, como decía el de Duino. Perico, hay que mostrar, no explicar. Pinto, ergo soy .
–¿Mostrar qué? –dijo Perico Romero.
–Las únicas justificaciones de que estemos vivos
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1 de marzo de 2017

Intercesores (...60, 61, 62, 63, 64...)

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Cortázar tendió diversos puentes entre la cara visible de Rayuela (es decir, la novela) y su cara oculta (es decir, el Disculibro), y se refirió a ellos como «intercesores». Siempre metafóricos, siempre distintos, siempre ambiguos, los intercesores repiten una y otra vez la misma idea: un contenido más auténtico se esconde tras la fachada de lo literal. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?

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El capítulo 86 empieza de este modo: «Los del Club (...) sostenían que era más fácil entender a Morelli por sus citas que por sus meandros personales». Esta declaración incumbe igualmente a los intercesores: en algunas de las citas aportadas por Morelli podemos encontrar las principales cuestiones relativas al contenido oculto del libro. Los cinco casos de hoy se inscriben en esta línea.
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Para una comprensión cabal del intercesor 62, debe tenerse en cuenta lo que se dice en (y acerca de) los intercesores 11, 12, 13, 14 y 15. A su vez, el intercesor número 64 coincide con el borrado número 1, del que ya se habló en otro momento. El soupirail de Dumas es un sinónimo de «intercesor».
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(60)
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Rayuela, capítulo 86
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La existencia interna, la esencia de las cosas se le escapa (…) no puede incorporar a su propia estructura la realidad de las estructuras profundas que examina. Para conseguirlo, debería cambiar de estado, sería necesario que otras máquinas que las usuales se pusieran a funcionar en el cerebro, que el razonamiento binario fuese sustituido por una conciencia analógica que asumiera las formas y asimilara los ritmos inconcebibles de esas estructuras profundas
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Le matin des magiciens
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(61)
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Rayuela, capítulo 102
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¿Cuáles son las cosas que me parecen extrañas? Las más triviales. Sobre todo, los objetos inanimados. ¿Qué es lo que parece extraño en ellos? Algo que no conozco. ¡Pero es justamente eso! ¿De dónde diablos saco esa noción de “algo”? Siento que está ahí, que existe. Produce en mí un efecto, como si tratara de hablar. Me exaspero, como quien se esfuerza por leer en unos labios torcidos de un paralítico, sin conseguirlo. Es como si tuviera un sentido adicional, uno más que los otros, pero que no se ha desarrollado del todo, un sentido que está ahí y se hace notar, pero que no funciona. Para mí el mundo está lleno de voces silenciosas. ¿Significa eso que soy un vidente, o que tengo alucinaciones? 
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Robert Musil,
Die Vervirrungen des Zöglings Törless
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(62)
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Rayuela, Capítulo 110
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El sueño estaba compuesto como una torre formada por capas sin fin que se alzaran y se perdieran en el infinito, o bajaran en círculos perdiéndose en las entrañas de la tierra. Cuando me arrastró en sus ondas la espiral comenzó, y esa espiral era un laberinto. No había ni techo ni fondo, ni paredes ni regreso. Pero había temas que se repetían con exactitud
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ANAÏS NIN, Winter of Artifice
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(63)
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Rayuela, Capítulo 152
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Esta casa en que vivo se asemeja en todo a la mía: disposición de las habitaciones, olor del vestíbulo, muebles, luz oblicua por la mañana, atenuada a mediodía, solapada por la tarde; todo es igual, incluso los senderos y los árboles del jardín (...)
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¡Pero no vayan a pretender que soy yo! ¡Vamos! Todo es falso aquí. Cuando me hayan devuelto mi casa y mi vida, entonces encontraré mi verdadero rostro
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JEAN TARDIEU
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 (64)
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Manuscrito de Austin
cabecera de
«Del lado de allá»:
«je jette le lasso»
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…aujourd’hui je jette le lasso aussi bien qu’aucun homme du monde. Eh bien, comprenez-vous? Notre hôte a une cave très bien garnie, mais dont la clef ne le quitte pas; seulement, cette cave a un soupirail. Or, par ce soupirail, je jette le lasso; et comme je sais maintenant où est le bon coin, j’y puise
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Alexandre Dumas, Les trois mousquetaires, Chapitre xxv
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